Santiago Maestro Cano


Presentación
¿Qué sucede con el vestuario cuando las películas nos muestran a los personajes en su intimidad? Hablo de secuencias en esas horas del despertar en sus dormitorios, de las comidas en la cocina, de tardes de sofá en el salón… A lo largo de la historia del cine se ha producido una evolución en el diseño del vestuario doméstico acorde con los tiempos de la sociedad y del propio arte cinematográfico. Para observar este proceso me ha parecido interesante echar una mirada por el ojo de la cerradura (aun con cierto rubor) para conocer mejor cómo son los personajes cuando visten en bata y zapatillas… ¿Me acompañáis? Shhsstt… venid en silencio, no les molestemos.
Introducción
Sabemos bien que el vestuario en el cine es una de las herramientas narrativas más eficaces para definir a un personaje. No solo nos habla de su estatus, su contexto y su desarrollo a lo largo de la historia, sino que también nos descubre información sobre su intimidad y la forma en que se relaciona consigo mismo y con los demás cuando no está bajo la mirada del mundo exterior. En este sentido, la ropa que los personajes llevan dentro de casa adquiere una relevancia especial, ya que permite a los espectadores vislumbrar un lado más personal y privado de su identidad.
Sin duda, a lo largo de la historia del cine, la manera en que se representa el vestuario doméstico ha evolucionado significativamente. Desde los atuendos sumamente elegantes y cuidadosamente estilizados de la era dorada de Hollywood…

… hasta la comodidad y espontaneidad de las últimas décadas.

Esta transformación no solo responde a cambios en la moda, sino también a cambios en la manera en que entendemos la intimidad y la vida privada. En esta entrada del blog (y mientras la escribo en chándal y zapatillas) indagaré en la evolución del vestuario doméstico en el cine desde los años 30 hasta la actualidad, centrándome en películas clave y en el contraste entre la vestimenta que los personajes usan en el ámbito privado y la que llevan en sus esferas públicas.
1. Los años 30, 40 y 50: glamour y distinción incluso en casa
Las primeras décadas del cine sonoro estuvieron marcadas por una estética en la que el glamour y la sofisticación dominaban la pantalla. La representación de la vida doméstica no era la excepción, y los personajes solían vestir con una elegancia que hoy nos parece exagerada. En esta época, Hollywood funcionaba como una gran fábrica de sueños, en la que incluso la intimidad debía estar envuelta en un aura de perfección visual.
Un claro ejemplo de este fenómeno lo hallamos en Lo que el viento se llevó (1939, Victor Fleming, George Cukor y Sam Wood) con vestuario diseñado por Walter Plunkett. La protagonista, Escarlata O’Hara, es retratada en diversas escenas dentro de su hogar vistiendo prendas que, lejos de parecer ropa de descanso, refuerzan su carácter de mujer fuerte y sofisticada.

Igualmente, cuentan que Olivia de Havilland, la actriz que daba vida a Melania, le dijo a George Cukor que le sabía mal que Walter Plunkett diseñara todas las enaguas que ella llevaba bajo sus vestidos: “¿Para qué, si no se van a ver?”. El maravilloso director le replicó: “Así tú sientes cómo se sentía una auténtica dama sureña y si tú lo sientes, eso le llegará al espectador.”

Mientras para los personajes de Escarlata O’Hara o de Melania se emplea un vestuario doméstico acorde y complementario a la fastuosidad de sus mansiones de Tara y de los Doce Robles, en el caso de la película Rebeca (1940, Alfred Hitchcock) se sigue la estrategia opuesta. Con función de contrapunto narrativo, se emplea el vestuario de la segunda señora de Winter. Aquí nos encontramos con Joan Fontaine, que curiosamente era hermana en la vida real de Olivia de Havilland.

En este caso, el vestuario diseñado por Irene Lentz enfatiza el carácter apocado y vulnerable del personaje, que se contrapone a la imponente y misteriosa casa señorial en la costa de Cornualles, Inglaterra, que juega un papel crucial en la historia, reflejando la presencia inquietante de la difunta Rebeca y el conflicto psicológico de la nueva señora de Winter. Junto a este tratamiento en el vestuario para el personaje, el mismo propósito de caracterización posee el hecho de que carezca de nombre en toda la película (al contrario de la omnipresente primera mujer del protagonista).
Recordamos, por cierto, que es debido a esta película, que el diccionario de la RAE recoge la palabra «rebeca» para referirse a la prenda que viste en varias ocasiones su protagonista. (Lola Delgado realiza un fantástico estudio de este vestuario en su blog Retales de un idilio en este post).

Las películas de la saga El hombre delgado (1934-1947, W.S. Van Dyke), sobre un curioso matrimonio protagonizado por William Powell y Myrna Loy, ofrecen una visión sofisticada de la moda en casa, con batas elegantes y pijamas de satén que reflejan el espíritu de la alta sociedad de la época.

De manera similar, años más tarde, las películas protagonizadas por la pareja formada por Rock Hudson y Doris Day en los años 50, como Confidencias a medianoche (1959, Michael Gordon), presentan un vestuario doméstico que enfatiza la feminidad y el glamour incluso en la intimidad del hogar. El título original de esa película nos remitía mejor a ese ámbito del vestuario doméstico: “Pillow Talk”, charla de almohada…


Otra pareja icónica cinematográfica que es interesante abordar para estudiar este contraste entre el vestuario público y el privado fue la formada por Katharine Hepburn y Spencer Tracy. Podemos verlo en películas como La mujer del año (1942, George Stevens), La costilla de Adán (1949, George Cukor) y La impetuosa (1952, George Cukor). Hepburn, conocida por su estilo adelantado a su tiempo, solía aparecer en casa con atuendos más relajados y masculinos, como pantalones de tela y camisas holgadas, marcando un claro contraste con su vestimenta más formal y estructurada en las escenas públicas. Este juego entre lo tradicional y lo vanguardista en su vestuario refleja la personalidad fuerte y progresista de sus personajes.


Durante los años 50, se produce el inicio de una leve transición hacia una representación más relajada de la vida privada, con películas como La tentación vive arriba (1955, Billy Wilder) en la que el vestuario de Marilyn Monroe, diseñado por William Travilla, introduce prendas más informales dentro del hogar, aunque sin perder la estética pulcra y perfectamente estilizada.

Para concluir con el estudio de este primer periodo, podríamos resumir las tendencias de esta época sobre estas tres coordenadas:
- el predominio de batas de seda y pijamas elegantes que mantenían el glamour incluso en el ámbito privado,
- la diferenciación muy marcada entre la vestimenta privada y la pública, con la primera manteniendo un estándar de elegancia casi irreal, y
- la moda en casa era una extensión del ideal de perfección visual promovido por Hollywood en esta época.
2. Los años 60, 70 y 80: mayor realismo y exploración de la cotidianeidad
A partir de los años 60, el cine de Hollywood comienza a reflejar una mayor variedad en la manera en que los personajes se visten dentro de casa. Este cambio responde a transformaciones sociales más amplias, como la liberación de costumbres, el auge de la contracultura y la consolidación de un cine más realista y cercano a la experiencia cotidiana del espectador.
De la mano de Hubert de Givenchy, en esta época Audrey Hepburn dejó una huella en el vestuario cinematográfico en Desayuno con diamantes (1961, Blake Edwards). A este propósito, os recomiendo que leáis el interesantísimo artículo de Lola Delgado en su maravilloso blog Retales de un idilio sobre Desayuno con diamantes. En un momento de su estudio contrasta el diseño de vestuario en las esferas de lo público y lo privado diciendo: “En la escena donde conoce a su nuevo vecino, Paul Varjak, y en su segundo encuentro con el escritor, Holly se desprende de su coraza y opta por prendas cómodas y de color blanco.” Ciertamente Givenchy ayuda a mostrar esa dualidad interesante en la protagonista, Holly Golightly. En la esfera pública, Holly es una mujer sofisticada y pulcra, mientras que en casa aparece en camisones holgados y su icónico antifaz para dormir, un contraste que subraya su carácter entre el ensueño y la realidad, pero siempre dentro de la elegancia, incluso en el hogar.

En la década de los 70 vemos acentuada esta tendencia en películas de Woody Allen con vestuario de la diseñadora Ruth Morley, como son Annie Hall (1977) y Manhattan (1979) donde el vestuario de Diane Keaton y Meryl Streep, diseñado por Ruth Morley, se aleja del glamour tradicional para introducir un estilo casual que pronto marcaría una nueva tendencia.
La ropa en casa se vuelve más cómoda, con suéteres amplios, pantalones holgados y una clara inclinación hacia lo práctico sobre lo estético. Todo refleja un aire relajado y naturalista, en línea con la evolución del cine de autor de la época.


Los años 80 continúan esta tendencia con películas como Tootsie (1982, Sidney Pollack), donde el vestuario de Dustin Hoffman juega un papel clave en la construcción de su personaje, mostrando de forma humorística el contraste entre la indumentaria privada y pública.

En España, Pedro Almodóvar hace uso de un vestuario doméstico peculiar y distintivo también en el ámbito doméstico. Películas como ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984) con vestuario de Cecilia Roth, y Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) con vestuario de José María de Cossío, visten a sus personajes femeninos con batas de colores llamativos, camisones estampados y accesorios exagerados, que reflejaban tanto el propio estilo del director manchego, como la liberación cultural y la diversidad de una sociedad española en transformación.


Finalizando este segundo periodo, podría decir que las tendencias clave de esta época en el ámbito doméstico serían:
- se privilegia la comodidad y la naturalidad sobre el glamour y la sofisticación extrema,
- la vestimenta de casa refleja un cambio en la sociedad y en la representación de la vida privada en el cine, y
- se difuminan las barreras entre lo público y lo privado en términos de vestuario.
3. De los 90 hasta la actualidad: comodidad, individualidad y diversidad
Desde los años 90 hasta hoy, el vestuario doméstico en el cine se ha ido diversificando enormemente, reflejando estilos de vida cada vez más variados. Las prendas deportivas, los pijamas de algodón y las sudaderas han reemplazado casi por completo a las batas de satén y los camisones lujosos. Julia Roberts, en películas como Pretty Woman (1990, Garry Marshall) con vestuario de Marilyn Vance y Notting Hill (1999, Roger Michell) de la diseñadora vestuario de Shuna Harwood ofrece ejemplos de ropa doméstica más casual, donde camisetas anchas, pantalones cómodos y batas ligeras transmiten una sensación de naturalidad y frescura.


Ejemplos como El diario de Bridget Jones (2001, Sharon Maguire) muestran una total naturalización del descuido en casa, mientras que El diablo viste de Prada (2006, David Frankel) resalta el choque entre el desaliño doméstico y la sofisticación laboral.

Las películas ambientadas en Nueva York han jugado un papel clave en la representación del vestuario en casa, con ejemplos como Sexo en Nueva York (2008, Michael Patrick King), donde la moda íntima de los personajes refleja tanto comodidad como un sentido de identidad personal.

En años recientes, títulos como Historia de un matrimonio (2019, Noah Baumbach), con Scarlet Johansson, enfatizan el realismo a través del vestuario, mostrando prendas desgastadas y caseras que refuerzan el tono emocional de la narrativa.

En estos años, Almodóvar sigue siendo una referencia en películas como La flor de mi secreto (1995) y Todo sobre mi madre (1999), donde ha seguido explorando el uso del vestuario doméstico como herramienta narrativa. En ambas, de nuevo, el vestuario es diseño de José María de Cossío, en la segunda acompañado de Bina Daigeler. En estos películas los personajes femeninos llevan prendas que expresan sus estados emocionales y su relación con su entorno, mezclando elementos de la cultura pop con la moda contemporánea.


Más recientemente, películas como Dolor y gloria (2019, Pedro Almodóvar), con vestuario de Paola Torres, muestran un vestuario en casa que evoca nostalgia y sofisticación, con Antonio Banderas vistiendo prendas cómodas, pero con una paleta cromática cuidada que refuerza el tono introspectivo del filme.

En este tercer periodo que he estudiado brevemente, las tendencias del vestuario en el ámbito doméstico podrían ser estas:
- la comodidad se impone como principal criterio para la vestimenta en el ámbito doméstico,
- el estilo “athleisure”, combinando ropa deportiva con indumentaria casual para crear looks cómodos, modernos y versátiles, y
- mayor énfasis en la diversidad y la representación realista de distintos estilos de vida.
Conclusión
El vestuario doméstico en el cine ha pasado de ser una extensión del glamour hollywoodense a convertirse en un reflejo auténtico de la vida cotidiana. Si bien en los primeros años del cine predominaba una visión idealizada, hoy el vestuario en casa es un elemento narrativo que permite una conexión más genuina entre el espectador y los personajes. La evolución de la bata y las zapatillas en el cine es, en última instancia, un reflejo de los cambios en la forma en que entendemos la intimidad y la identidad en la sociedad contemporánea. Quizás por ello me encanta seguir viendo el vestuario imposible de esas películas cuando cierran las puertas a los ojos ajenos, como los míos.
Termino esta entrada escribiendo cómodo con mi ropa de casa y, sinceramente, no creo que lo que llevo encajase en una película clásica de Hollywood, aunque tampoco creo que mis prendas encajasen en una película de Almodóvar. Godard dijo aquello de que “el cine es la verdad 24 veces por segundo”. En el ámbito del vestuario cinematográfico en las escenas domésticas, yo estaría más con Haneke cuando, parafraseando al director francés, afirmó que “el cine son 24 mentiras por segundo”.

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